lunes, 4 de abril de 2016

¿Por qué no debes precipitarte al aceptar tu primer empleo?

¿Por qué no debes precipitarte al aceptar tu primer empleo?

Dos de cada 3 graduados lamentan haber aceptado el primer empleo que se les ofreció. Hay 5 errores en que podrías estar incurriendo al buscar trabajo.

Sólo 1 de cada 20 jóvenes se arrepintió de la carrera o maestría que cursó.

No resulta extraño que los jóvenes profesionales se sientan impacientes por entrar al mercado laboral después de dejar atrás la universidad o una maestría. Es comprensible que estén ávidos de empezar a labrar su propio camino.

Sin embargo, recientes resultados de la encuesta Driving New Success: Strategies in graduate recruitment, de CEB, muestran que la mayoría de los jóvenes profesionistas a nivel global se arrepienten de haber aceptado el primer trabajo que se les ofreció.

Mientras que las ganas de contribuir y aportar valor a una empresa a través de tus conocimientos y habilidades resulta admirable, precipitarse en aceptar un puesto que no va con tu expectativa laboral, no lo es. Al hacerlo estás garantizando que tarde o temprano tengas que dar un par de pasos hacia atrás en tu carrera o, peor aún, vas a terminar irrevocablemente atrapado en un trabajo que no te proporcionará ninguna satisfacción.

Sé paciente en tu búsqueda de empleo

Precipitarse en el proceso sólo conlleva un cansancio que te provocará aceptar cualquier trabajo, sea el que sea.

La recomendación es adoptar un enfoque estratégico en la búsqueda de trabajo, ya que a menudo este proceso puede ser frustrante y agotador. Sin embargo, ¡la clave es no darse por vencido!

Estos son algunos de los errores que quizá podrías estar cometiendo en tu búsqueda de empleo y, por tanto, no logras tu objetivo:

×Al tener poca experiencia estás exagerando la verdad.
×Estás aplicando para cada puesto de trabajo que encuentras.
×No se estás personalizando tus solicitudes.
×Tienes un perfil poco profesional en las redes sociales (muchas empresas ahora lo revisan).
×No eres lo suficientemente persistente.

Piensa a 5 años

Una tendencia común en este tipo de talento es obsesionarse con grandes empresas trasnacionales, pero no te conformes con una oferta de trabajo mediocre sólo porque proviene de una de ellas; piensa en un panorama más amplio, y evalúa cuál sería el tamaño de la empresa donde te gustaría trabajar y sobre todo en cuál te sentirías más cómodo.

Por otro lado, es útil tener una idea fija de tus ambiciones y metas. Recordarte estos objetivos a menudo te ayudará a evitar que te desvíes de la trayectoria adecuada. Ahorra tiempo y energía mediante la elaboración de un plan a cinco años: ¿Dónde quieres estar en cinco años?, ¿Cómo vas a llegar?, ¿En qué empresa puedes lograr este plan de carrera?

Recuerda que no todas las empresas tienen grandes organigramas y no todas ofrecerán las mismas condiciones laborales: horarios, vacaciones, prestaciones, seguros, entre otros.

Tener una estrategia de este tipo y la buena comprensión de adónde quieres ir en tu carrera te ayudará a centrarte en tu búsqueda de empleo. Si lo has evaluado adecuadamente, entonces estarás mucho más seguro de la posición que quieres considerar al ver ofertas de trabajo, es decir, será poco probable que tomes una decisión de la que te arrepentirás más tarde.

Date la oportunidad

Hoy, 2 de cada 3 graduados lamentan haber aceptado el primer puesto de trabajo que se les ofreció, y sólo 1 de cada 20 se arrepintió de la carrera o maestría que cursó. Esto demuestra que los jóvenes profesionistas no se arrepienten de su campo de especialización, sino de no continuar su carrera profesional en el rubro que desean.

Por ello, ahora es cuando tienes una mejor oportunidad de ganarte la vida en la industria que prefieras. Es sólo cuestión de tomarte el tiempo de hacer tu propio business plan. Recuerda que tú eres tu producto más importante, así que analiza dónde invertir tu tiempo y busca a los mejores inversionistas (empresas) para ti.

¡Mucho éxito!

Fuente:
http://www.forbes.com.mx/

domingo, 3 de abril de 2016

La empatía: competencia social en la gestión de RH.

La empatía: competencia social en la gestión de RH.

La empatía determina la forma en que nos relacionamos con los otros.
Nos permite leer emocionalmente a las personas y apreciar esos sentimientos. Es una estrategia competitiva de gran impacto en los negocios y puede ser utilizada con mucho éxito para alcanzar altos desempeños, especialmente en negociaciones y servicio al cliente.

Su completo dominio y constante práctica ayuda a crear climas organizacionales de primer orden.

1.-Necesidades: las mías y las tuyas
La conciencia social se refiere a una capacidad que abarca desde percibir de manera instantánea el estado interior de otra persona, a comprender sus sentimientos y pensamientos;  así como a captar situaciones sociales difíciles.
Enfatiza la aptitud para relacionarse, yendo más allá de lo que sucede en nuestro interior, al centrarse en lo que sucede cuando interactuamos con otras personas.
2.-Necesaria en ejecutivos de RH
Debe estar presente en los ejecutivos que tienen a su cargo equipos de trabajo o que tienen contacto con clientes y proveedores, en donde cada cual trata de inferir con precisión pensamientos y sentimientos del otro.
Utilizar la agudeza emocional, así como los demás sentidos para escuchar y mirar, la comunicación se vuelve productiva y eficiente.
Lo que la mayoría de las personas realmente piden es que tratemos de reconocer lo que están sintiendo y aceptemos que sus sentimientos son tan importantes como los nuestros.
No sólo nos libra de etiquetar a una persona como correcta y a la otra como equivocada, sino que permite estar en desacuerdo sin mostrarnos desagradables.

Empatía primaria:
Habilidad para leer las emociones de otra persona. Esto ocurre —o no— en forma automática y rápida.
La empatía o intuición certera de cómo se sienten los demás, viene de forma natural cuando se está conectado con su modo de sentir en todo momento.
Luego vendrá el equilibrio de sus necesidades con las de los demás para formar relaciones duraderas y respetuosas.
La empatía no siempre es racional o consciente:

A algunas personas se les da naturalmente, mientras que otras la desarrollan más lentamente con entrenamiento
La habilidad de comprender mejor a grupos que a individuos se relaciona con destrezas perceptivas específicas.
Un alto ejecutivo puede ser muy diestro en la apreciación de las opiniones y actitudes de los sindicatos y, al mismo tiempo, costarle hacer lo propio con sus pares.
Para los neurocientíficos

Empatía intuitiva es activada en gran medida por las neuronas espejo.
Cuando estamos con otros, aunque no hablemos, estamos enviando señales sobre lo que sentimos, a través de los gestos, miradas, posturas, etc. Incluso cuando tratamos de ocultar nuestros sentimientos, éstos se traslucen.
Existen algunas pruebas para evaluar la capacidad que tienen las personas para captar estas señales en forma rápida y espontánea. Una de ellas, el Perfil de Sensibilidad No Verbal (PSNV), que consiste en pedirles a las personas que adivinen lo que sucede emocionalmente en escenas de video de dos segundos.
Aquellos empleados a los que les va bien en esta prueba son en general considerados por sus pares o supervisores, como más sensibles en las relaciones interpersonales.
Las mujeres presentan un desempeño superior en el 3% al de los hombres. Cualquiera que sea la habilidad desde la cual partimos, con el tiempo la empatía puede mejorar, especialmente desde la adolescencia hasta la adultez.
Sintonización:

Consiste en escuchar con total receptividad, sintonizándose con otro. Esto requiere de una atención que va más allá de una empatía momentánea y la facilita el estar en armonía con la otra persona.
Todos podemos mejorar esta habilidad aprendiendo a prestar más atención, escuchando de verdad y sintonizando con los sentimientos del otro.
Se ha observado que escuchar bien distingue a los mejores gerentes, profesores y líderes. Al escuchar activa y completamente, las emociones se alinean y se maximiza la sincronía.
Cuando, por el contrario, no somos capaces de reparar en los sentimientos y necesidades de las otras personas, se empobrece nuestra comunicación y se afecta la relación interpersonal.
Precisión empática:

Consiste en comprender los pensamientos, los sentimientos y las intenciones de otra persona.

Esta habilidad se construye a partir de la empatía primaria, pero agrega la toma de conciencia de lo que el otro siente y piensa.
El estudio de las neuronas espejo mostró que nuestro cerebro sintoniza con lo que alguien piensa hacer, pero lo hace a un nivel subliminal.
Conocimiento social:

Consiste esencialmente en saber cómo funciona el mundo social. Es una especie de sabiduría sobre qué se espera en diferentes situaciones.

Por ejemplo, entender las corrientes políticas en una organización, las maneras de funcionar en equipo, cómo formar alianzas, etc.
Podemos apreciar este conocimiento social en la habilidad para encontrar soluciones a problemas socialmente difíciles, como tener nuevas amistades al cambiar de trabajo o de ciudad, o lograr que dos personas antagónicas puedan trabajar juntas.
Finalmente, todas estas habilidades de la conciencia social interactúan: la precisión empática se construye sobre el escuchar y la empatía primaria; y las tres en conjunto, aumentan el conocimiento social.
Buena noticia: ponerse en el lugar del otro se aprende.
En la organización

Si hacemos esfuerzos para ayudar a las personas se beneficia la organización. Este es un supuesto del que debemos partir, basados en la experiencia, la psicología y la educación.

La evidencia ha demostrado que si pretendemos privilegiar al grupo a expensas del individuo, no lograremos cohesionarlo.
Los miembros del grupo se vuelven ansiosos y desconfiados. El grupo se siente más seguro cuando se escucha y se trata con sensibilidad a cada miembro.
Sabemos también que es más fácil lograr la máxima productividad si hacemos aflorar la motivación propia, más que estimularla externamente.
Escuchando con respeto y comprensión. Así las personas sienten que pueden contribuir y que su aporte es valioso para la organización.
Los gerentes tratan más con personas que con bienes y servicios, lo que implica nuevas habilidades, como son comprenderlas, percibir los sentimientos y perspectivas ajenas e interesarse activamente por sus preocupaciones.
Para Goleman, la empatía constituye “la habilidad fundamental de las personas” y la relaciona con la capacidad de ser líderes, los que saben expresar y articular un sentimiento colectivo silencioso, de modo de guiar a un grupo hacia sus objetivos.
Por ello, un ejecutivo debe tener la habilidad de escuchar a sus colaboradores en forma inteligente y cuidadosa.
El escuchar activamente es una parte central de la empatía y constituye una forma importante de producir cambios en individuos y grupos. Implica lo siguiente:
Escuchar el significado completo. Cualquier mensaje tiene dos componentes: el contenido y las emociones. Los dos son importantes ya que le dan el significado al mensaje.
Responder a los sentimientos. En algunas circunstancias, el contenido es mucho menos importante que los sentimientos subyacentes. Uno debe responder especialmente a los sentimientos: ¿qué me quiere decir?, ¿qué significa para ella?, ¿cómo ve la situación?
Estar atento a todas las claves. No toda la comunicación es verbal.
Una persona empática estará atenta a la forma en que alguien titubea, las inflexiones de la voz, los énfasis, las expresiones faciales, las posturas corporales, los movimientos de manos y ojos y la respiración.
La capacidad de percibir esas comunicaciones sutiles nace de aptitudes más básicas, sobre todo del conocimiento de uno mismo.

La empatía y el autoconocimiento van de la mano, ya que la única herramienta que tenemos para comprender a los demás es nuestro propio ser.

Fuente: http://manuelgross.bligoo.com

TRABAJADORES MEXICANOS VIVEN INDEFENSOS Y CON MIEDO, CRITICA EL PRESIDENTE DE YAKULT

TRABAJADORES MEXICANOS VIVEN INDEFENSOS Y CON MIEDO, CRITICA EL PRESIDENTE DE YAKULT

PorJuan Luis García Hernández.
Carlos Kazuga Osaka tiene bajo su cargo a 3 mil 100 empleados que ayudan a la producción de 3 millones 600 mil frasquitos diarios de Yakult. El producto que lleva el mismo nombre de su empresa. A pesar de ser un reconocido empresario, habló sobre la inestabilidad laboral que hay en el país y del estado de indefensión en el que se encuentran los trabajadores.

Carlos Kazuga Osaka sostuvo que la mayoría de trabajadores mexicanos lo hacen en la incertidumbre.

Mazatlán, Sinaloa, 23 de marzo (SinEmbargo).– El empresario de origen japonés Carlos Kazuga Osaka, presidente del Consejo Directivo de Yakult México, habla como quién conoce el mercado alimenticio en México. Durante un encuentro con SinEmbargo sostuvo que las condiciones laborales en las que las empresas mantienen a los trabajadores mexicanos son con frecuencia inestables, al tiempo que el Gobierno federal se ha encargado de ahogar el emprendedurismo de muchos jóvenes que anhelan poner un negocio.

Hace más de 30 años, Kazuga Osaka fue uno de ellos. Importó una máquina para embotellar en ocho horas 100 mil frascos de un producto lactoso que contienen la bacteria Lactobacillus casei Shirota, que ayuda a mejorar digestión.

“¿Sabes cuántos vendimos por día el primer año?, 2 mil 568 y teníamos una deuda de más de un millón de dólares”, recordó.

En la actualidad, aseguró, su empresa ha logrado sobrellevar las constantes crisis económicas que afectan al país, entre ellas, la que generada durante el Gobierno del Presidente Enrique Peña Nieto.

Kazuga cuenta, durante una charla llena de alusiones a la cultura japonesa, que ha intentado centrar su empresa en el desarrollo del personal. No cree que haya otra fórmula para salvaguardar la calidad sanitaria de sus productos. Aunque, lamentablemente, la mayor parte de empresarios no comparte esta visión.

PRIMERO EL TRABAJADOR Y LUEGO EL TRABAJADOR

Kazuga se pronunció a favor del uso de tecnologías que faciliten la labor de los trabajadores.

—¿Cuáles son las condiciones laborales en las que se encuentran los empleados del ámbito empresarial?

–Lo que le pasa mucho al trabajador mexicano es que no tiene seguridad de trabajo. Siempre anda con miedo de que lo vayan a correr. Entonces, cómo esa persona va trabajar al cien por ciento, con esas dudas. Me vas a decir ahora: ¿en Yakult nunca corren a la gente? No, nosotros contratamos a la gente como si fuéramos a adoptar a un hijo. Porque la empresa se compromete a educarlos, capacitarlos, formarlos, hacerlos grandes y felices.

—Entonces, ¿Yakult sería una excepción a la norma?

–Ojalá tú tengas oportunidad de conocer Yakult. No creas que yo tengo un baño privado, un escritorio privado. No. Todos somos iguales. Nunca corremos a nadie porque el dólar bajo, el petróleo bajó de precio, o porque a China le va mal, y al país le está yendo mal. En ese caso al que deberían de correr es al presidente de la empresa, no al trabajador. El trabajador qué culpa tiene.

—¿Qué tendría que pasar en Yakult para que despidan a alguien?

–Sólo despedimos gente por cinco razones: porque llega muchas veces tarde; porque falta mucho; porque se roba algo, no importa el importe, es el hecho, no hay perdón; porque llegue tomado o drogado, o porque dé la valiosísima información de Yakult a Chamyto de Nestlé.

—Recientemente diversas investigaciones científicas han demostrado el impacto de las largas jornadas en la salud. Incluso, Carlos Slim propuso una jornada de tres días de trabajo. ¿Cuál es su perspectiva sobre la posibilidad de trabajar menos?

–Tenemos la producción 24 horas al día entonces tenemos que dividirlo en tres turnos. No lo podemos dividir en cuatro, porque sería nada más aumentar los gastos. A mayor personal, mayor gasto. Entonces, ¿cómo le hacemos? Con tecnología. Porque no es lo mismo estar trabajando y que todo lo haga la máquina y que tú sólo estés supervisando a hacerlo todo tú. Hay de trabajos a trabajos.

—¿Es necesario ya la implementación de tecnología en los trabajos de producción?

–Es obligación del empresario buscar la mayor tecnología para que el desgaste del trabajador sea el menor posible. Y eso es lo que nos toca a nosotros, porque los pescados se pudren por la cabeza, no por la cola. No es lo mismo, al menos para mí, el desgaste mental que tiene un trabajador en las horas de trabajo, que si ves que tiene un desgaste físico. Tienes que pensar, cómo hacer para que carguen menos, que transporten con mayor facilidad. Con un botoncito se pueden mover dos toneladas de mercancía.
—¿Qué pasa cuando las máquinas sustituyen el trabajo de las personas?

–Es otro reto, no porque ahora una máquina que me fabrica 100 mil frascos en ocho horas a través de un solo trabajador, y antes necesitaba ocho trabajadores, ¿voy a correr a los otros siete?. Ahí tienes que hacer el balance de cómo puedes hacer que los gastos sean menores para que puedas vender más y no tener que correr a esa gente.

— ¿Cómo ve la situación económica actual? El Gobierno ha pasado por estragos y ha hecho recortes. ¿Amenaza también a la iniciativa privada?

—Desde que Yakult es Yakult, México ha pasado por crisis. Y se nos enseña que en las crisis debemos ser como las mariposas. Un gusano que empieza a comer, llega el invierno y se hace capullo. Se cuelga en la hoja y parece que está muerto, pero dentro se está haciendo una gran metamorfosis, esperando que lleguen los tiempos buenos, esperando que lleguen los tiempos de romper el capullo y salir, ahora, como mariposa.
—Pero, ¿considera que el Gobierno propicia las condiciones idóneas para el empresariado?

–Yo he estado asesorando a muchos jóvenes emprendedores. Y se desaniman en las primeras. Porque les ponen que todos los empleados tienen que estar en el seguro social. Aunque no hayan empezado. Y son una de trámites en Hacienda. Que ahí los matan psicológicamente. Los desmotivan.

—¿Qué les dice en esos casos?

–Yo les pregunto a los jóvenes, quiénes son los empresarios en México. En cualquier pueblo que vaya yo me encuentro que son árabes, libaneses, judíos, turcos, armenios, franceses, chinos y hasta japoneses. Y les digo: jóvenes, ¿ustedes creen que los Slim, Servitje, los Ley, cuando llegaron a México llegaron con títulos universitarios?, ¿con dinero? No, llegaron sin siquiera hablar español, como mis padres. Pero al pisar esta bendita tierra, y ver todo lo que México tiene, trabajaron 14 ó 16 horas diarias. Sábados y domingos. Y se volvieron empresarios. Pero nosotros queremos trabajar ocho horas.
Fuente: Sin embargo.